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DEPORTES

24 de noviembre de 2024

RACING, GLORIOSO CAMPEÓN: EL PERIODISMO PARTIDARIO, AL DESCENSO

Especial: Walter Vargas

Amén de la consabida dicha de los seguidores de Racing, desde una perspectiva más fría y conceptual, capaz de poner distancia de clishés y lugares comunes del costado más irracional y superficial del resto de la cofradía tribunera, la conquista de Racing llega en un momento en el que el fútbol argentino estaba urgido de interpelar el fantasma de que en instancias decisivas los equipos brasileños se han convertido en invencibles. (En alguna medida, conste, la tendencia sigue vigente. Y si no que lo diga River, aplastado por Mineiro en la Copa Libertadores). Bien por La Acadé. Chin chin. Luego, la gesta de Asunción supone asimismo un sonoro baño de humildad a la pléyede de hinchas/periodistas de Racing que ponen su cara en los canales de YouTube para decir lo primero que les viene a la cabeza, sin medida y más bien en clave de café chabacano. Son más bien comediantes o standaperos frustrados alimentados por un ego tamaño Amazones. Adictos al like y, en general, a una pléyade de jóvenes que cuanto más “piola”, osado y guarango sea el ídolo en cuestión, mejor. Para muestra bastan un puñado de botones. Una ligera enumeración de afirmaciones que este humilde escriba escuchó en los meses últimos: “Racing no tiene director técnico”. “Costas es un buen tipo, pero entiende poco”. “Juanfer Quintero es un gordito que está para 15 minutos”. ¿Cómo puede ser que Martirena juegue en Racing?” “Roger Martínez se cree un crack y es un tipo del montón que, además, no tiene ganas de jugar”. Bla, bla, bla. Etcétera. De todos los standaperos racinguistas en cuestión, el mejor, o el menos malo, se llama Flavio Azzaro. Los demás son imitadores patéticos. Después de su olvidable paso por los paneles de la tevé convencional, Azzaro abrió su propio canal de YouTube y más temprano que tarde consumó dos méritos que, se ve, anhelaba. Seducir al hincha menos pensante, de perfil ideológico brumoso y, desde luego, facturar. Su maridaje con las casas de apuestas proveeyeron de dólares copiosos que lo han convertido en un viajero frecuente a Miami. Tres cosan deben de reconocerse de Azzaro: su posición ante las corporaciones periodísticas, cierto carisma para entrevistar y una aguda mirada de los partidos, que conforme se operaron su expansión en Youtube y en sus cuenta bancarias, lo hicieron retroceder unos cuantos casilleros, cual si fuera el legendario Juego de la Oca. Hoy Azzaro es una penosa manifestación de la cancherada, de la pedantería y de groserías que hubieran hecho enrojecer de pudor al mismísimo Enrique Pinti. En fin, el éxito de Azzaro es el fracaso del periodismo.

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