Racing cree y va por esa vieja obsesión llamada Copa Libertadores. Porfiado, cabeza dura, terco el equipo de Gustavo Costas cada vez que parece liquidado vuelve a resurgir. Anoche protagonizó una jornada de esas que quedará guardada en la retina y en los corazones de los hinchas por mucho tiempo. Un 3-1 épico ante Peñarol que lo mete entre los ocho mejores del certamen. Lo ganaba de entrada con esa arremetida de Maravilla Martinez pero sufrió el empate uruguayo cuando apenas se jugaban quince minutos y Nahuel Herrera metió ese cabezazo que apagó el empuje inicial. Y entonces por momentos la pasó mal la Academia porque iba buscando el desnivel que al menos llevara el partido a la definición por penales pero se desguarnecia atrás. Así se fue armando un verdadero partidazo lleno de emociones y situaciones cambiantes. En la visita metían Gularte, Sosa y Remedi pero su DT Aguirre se enamoró rápido del empate en el complemento y armó una línea de 5 atrás confiado en el cercano final. Hasta que apareció el desnivel de Duvan Vergara por izquierda y el penal a Maravilla (una decisión sin dudarlo de Wilmar Roldán)por la torpeza del defensor. Discutible? Sí,pero de los que le vienen cobrando en contra muy seguido a la Acade. El partido se rompió porque con el 2-1 (83 Adrián Martínez) ambos cuadros intuían que se podían hacer daño si se atacaban. Y lo tuvo Peñarol un par de veces pero entre Rojo, Martirena y Arias ahogaron el festejo. El final estaba cerca y los cambios de ambos entrenadores apuntaban a los penales (por eso no se entiende el fastidio de Arias al dejarle su lugar a Cambeses que anda bastante mejor que el en los tiros desde los doce pasos). Hasta que llegó ese tiro libre ejecutado con maestría por Gastón Martirena y la aparición fantasmagórica para el frentazo demoledor de Franco Pardo al 3-1 definitivo a los 94 . Locura, festejos, llantos, abrazos, desahogo colectivo y el sueño intacto de seguir avanzando en el plano internacional en donde se viene un cruce histórico contra Vélez pero ese será material para otro capítulo. Habrá que reconocerle a Gustavo Costas (muchas veces criticado injustamente) que armó un equipo copero, con mística y mucho coraje y cuya especialidad son los cruces mano a mano contra rivales de fuste. Noche de tormenta perfecta, noche de ceremonia importante en un Cilindro desbordado de pasión y de gente. Noche de Copa Libertadores con un triunfo milagroso y heroico. Le duela a quien le duela el sueño sigue vivo y Racing va... Darío Giuliani