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DEPORTES

24 de agosto de 2024

AL PAN, PAN

Especial: Walter Vargas

¿Quién dijo que los periodistas debemos ser simpáticos? ¿Quién dijo que debemos suavizar las miradas, las conclusiones, los modos de transmisión de un concepto, de una idea o de una mera hipótesis? En rigor, la misión periodística no consiste en abrevar en la simpatía ni en la antipatía: consiste, gracias Don Perogrullo, en ejercer el oficio de la mejor manera posible. (Aclaración impostergable: el humilde autor de estas líneas no ha bajado de un plato volador. “Humano, demasiado humano” (Nietzsche dixit) está sometido al imperio de las emociones, de las lupas empañadas, de las arbitrariedades y, ya que de fóbal hablamos, de la mala pata de tirar penales a la tribuna.) Y por favor, amigos, no me vengan con la leyenda urbana de “la objetividad periodística”. La objetividad periodística consta en el mismo rango que el 30 de febrero: no existe. Sí existe lo que doy en llamar una subjetividad crítica. Es decir, enuncio desde mi manera de ver el mundo, las cosas, el fútbol, con el deber ético de poner mis dichos en remojo. A sabiendas de que en el mejor de los casos contribuiré con un pequeño grano de arena que propicie el pensar alguna cosa. Ahí voy: el fútbol argentino padece de una mediocridad galopante. Por lo menos desde 1964 hasta hoy mismo. Mi debut en condición de observador data de esa temporada en un Gimnasia-Atlanta jugado en el Bosque. Ganaron los Bohemios 2-0 y me saben inolvidables los fulgores de sus camisetas amarillas y el porte caudillesco de Carlos Timoteo Griguol. Con la promesa de retomar el diagnóstico en otras entregas, abro el juego con un puñado de preguntas. Un punteo de trazo grueso, pongamos: ¿Cuál porcentaje de jugadores inteligentes registran en la Liga Profesional? (Inteligente: los que toman buenas decisiones en el inmenso rectángulo de 105 x 70). ¿No han notado que abundan lo que doy en llamar “los enemigos de la jugada”?: el jugador que cuando tiene que pasar la pelota, gambetea; cuando tiene que gambetear, patea al arco, y cuando tiene que patear al arco, la pasa? ¿No han notado la cantidad de futbolistas de Primera que se sacan la pelota de encima y se consuelan con un pase de dos metros a cualquier camiseta amiga que tengan a mano? ¿No han notado la cantidad de defensores centrales que en posesión de la pelota avanzan unos metros, levantan la cabeza y sacan un misil tierra-aire que… ¡no le acierta a la cancha? Continuará.

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