Así es el viaje de Racing este año. Entra y sale y vuelve a meterse por propias culpas en zonas inciertas, turbulentas y de compleja salida. Anoche en Brasil en el 1-2 ante Bragantino (5 y 7 Thiago Borbas y 25 Santiago Solari) pudo recibir una goleada catastrófica en contra y cuando se acomodó casi lo termina empatando. Igualmente el ST fue flojisimo y le está costando mucho meterse en el desarrollo de los partidos. Sale distraído, desordenado y lo termina pagando caro. Por momentos el equipo de Costas es indescifrable y cuesta mucho saber a qué juega. Abusa del pelotazo y desprecia la zona media donde se gesta el juego. Además Bruno Zucculini está atravesando un muy mal momento y Almendra aporta apenas grajeas de su juego y todo se hace muy difícil. Depende demasiado de lo que arriba se inventen y aporten Salas y Adrián Martínez. La temprana eliminación de la Copa Argentina y la inexpresiva derrota en Brasil crean dudas y preocupaciones de cara al futuro inmediato. Es verdad que sigue liderando su grupo (por diferencia de gol) pero está obligado a ganar los dos partidos de local o deberá jugar un repechaje con algún tercero de la Libertadores. Pareciera ser una máquina de crearse complicaciones Racing. Cuando parecía que había ingresado a una zona de confort con los 7 triunfos al hilo de pronto cambió el rumbo y hoy es acechado por vientos huracanados que amenazan con destruirlo todo. De acá al receso invernal quedan 7 partidos (no es momento de pedir que rueden cabezas) dónde definirá si clasifica a los octavos de la Sudamericana y además juega las primeras 5 fechas de la Liga Profesional. Está obligado a ganar mucho y demostrar una identidad, un estilo y mucho carácter. Los jugadores y el cuerpo técnico están en deuda porque en 20 partidos no lograron amalgamar una idea de juego definida. Están a tiempo de revertir está historia, de ellos depende enderezar el rumbo o ser engullidos por la tormenta... Darío Giuliani