De chico escuchaba decir que al que mentía, le crecía la nariz como a Pinocho, no sé si porque el niño animado de madera, lo había hecho, o porque su creador así lo había armado. Pero el Pinocho del que nos vamos a ocupar, no tenía nada de toda ésta fábula. Javier Antonio Verón, futbolista de 27 años, apareció a la efímera consideración porteña por una nota publicada, sin foto, el martes 13 de noviembre de 1993, en su página 16 del DIARIO POPULAR, al mencionar su potencia en los remates durante un partido, cuando desmayó a un rival de un pelotazo y lo mandó al hospital; no conforme con esto, dos disparos más suyos, salieron fuera de la canchita de Iturregui, para destrozar un parabrisas de una camioneta Toyota y volarle un espejo a un automóvil Ford… ése mismo día, su equipo, el Crotto Football Club le ganó de visitante a Atlético Tapalqué por 1 a 0, en el partido de tercera, por supuesto que con gol suyo, con un fortísimo remate de 30 metros. Pinocho Verón, como le decían en el pueblo, hombre bien de campo, se había iniciado futbolísticamente a los 15 y siguió hasta los 40 años de edad, en sus inicios en Deportivo Sarmiento de Tapalqué, luego Blanca Chica de Olavarría, para recalar hasta su retiro en el mencionado club Crotto F. C., con sus tradicionales colores azul y blanco. Por aquellos años, repartía su pasión por jugar al fútbol con la albañilería, cuando no le era fácil nada, llegaba justo para el partido y terminado el mismo, de vuelta al trabajo. Trasladarse a las canchas de visitante no era nada menor, a veces a dedo, en ocasiones esperando un colectivo un par de horas en la ruta, en ése entonces, un Partido no alcanzaba a juntar una mínima cantidad de equipos para armar un torneo y entonces, jugaban en la liga de Olavarría, y había que viajar hasta 200 kilómetros, a localidades como San Jorge o General Lamadrid, donde intervenían equipos como Iturregui, Santa Luisa, Villa Mi Serranía, Blanca Chica, el mencionado Crotto, 16 de Julio, El Luchador, entre otros, clubes que la mayoría se caracterizaban por estar al lado de una estación ferroviaria… la historía de los crotos ya muchos la sabemos, que deviene de los linyeras que vivían en los vagones abandonados y estacionados definitivamente en unas vías muertas. Además, las pretensiones de éstos clubes no pasaba a mayores, porque no participaban de los regionales clasificatorios a campeonatos mas profesionales. Ese año salieron campeones y les siguió Iturregui en el orden de la tabla. Su equipo, a pesar de que los poblados eran chicos, era acompañado por enfervorizados seguidores que llenaban dos colectivos y una caravana de autos. Pinocho, además de la cualidad del remate, jugó en todos los puestos de campo, aunque habitualmente nº 8, y otra “hazaña” que se le contabiliza, en un partido embocó un gol de arco a arco, como nº 2, sacando desde el fondo, ante la incredulidad del arquero adversario. Javier Verón, Pinocho, tenía la inmensa fortuna que en el campo de su padre había armado una canchita con arco y todo y ahí se armaban partidos con la muchachada de los alrededores, a veces eran tantos que daba para dos partidos. Por aquel entonces Crotto contaba con 500 habitantes y distaba 30 kilómetros de Tapalqué y 40 de Olavarría. Hoy, pasado los 50 años, guarda algunos recortes y fotos de diaritos locales como “El Camino” y “El Chasqui”, trabaja en el campo como molinero, desde que se pone el sol hasta que se oculta, ya su vuelta a las canchas está descartada, el mortero está averiado y una rodilla necesitó de una operación, para seguir andando la vida. Porque la vida va, y las canchas ya son un grato recuerdo.