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DEPORTES

11 de julio de 2024

EL SILLÓN DE STÁBILE

EL CICLO LÓPEZ-CAVALLERO
ANTES DE LA REVOLUCIÓN
Por Darío Giuliani

A fines de septiembre del 2000 en el despacho del juez Carlos Gorostegui en la ciudad de La Plata se arregló el acuerdo entre el club y los entrenadores López-Cavallero porque debido a la situación de quiebra que atravesaba la institución contrato no se podía firmar. Así se unían los caminos de la dupla técnica con la Academia. Dos hombres muy trabajadores y con buenos antecedentes como eran aquellas campañas al frente del Deportivo Español allá por la década del 80 llegaban para hacerse cargo de un equipo absolutamente a la deriva y que navegaba por el fondo de la tabla. No sería una tarea fácil ni sencilla y ellos lo sabían. Con un plantel de escasa jerarquía en donde empezaban a asomar pibes como Leo Tambussi, Javier Lux, Gustavo Arce, Adrián Bastía, Diego Loscri, Maxi Zanello, Manuel García y Diego Milito pero lejos aún de estar afianzados en la primera. En el arco estaba Sessa. Chatruc y Saralegui en el medio y arriba Alfredo Moreno llegado recientemente de Boca más el chileno Neira y el uruguayo Osvado Canobbio. Poco material para la historia de la Academia. El comienzo fue con 4 empates consecutivos (NOB, Argentinos, Estudiantes y Belgrano) que aportaban calma y ansiedad por partes iguales. Luego un triunfo (2 a 0 ante Almagro en Ferro) que sería el único de aquel ciclo y del torneo. Más tarde llegó otra igualdad (2-2) ante Huracán y desde ahí hasta el final 5 derrotas (River, Colón, Lanús, Central e Independiente) y otro empate (Vélez) sacando Racing un sólo punto de los últimos 18. "Es un paso muy importante, un desafío grande. Se sabe que el club tiene problemas, pero esperamos dedicarnos sólo al fútbol y aislar al plantel de todo eso. ¿Hasta cuándo acordamos trabajar? Lo que se consiga en el presente será lo que marque el futuro" con estas palabras se presentaba un Oscar Cavallero lleno de esperanzas que lamentablemente se derrumbaron en forma acelerada. El final fue con derrota en el clásico de Avellaneda en un Cilindro en llamas y con la gente exigiendo renuncias y pidiendo que rueden cabezas. A los pocos días los entrenadores pasaron por el club a buscar sus pertenencias y se despidieron de los jugadores "Muchachos fue un gusto trabajar con ustedes, que tengan felices fiestas..." "Tenemos miedo por el descenso. La gente tiene razón en insultar porque se sienten defraudados. Racing necesita refuerzos porque con los chicos solos no se puede pelear", reconocía un compungido Sergio Zanetti. Habían durado solamente 12 partidos con 1 triunfo, 6 empates y 5 derrotas (9 goles a favor y 17 en contra) consiguiendo 9 puntos sobre 36 posibles. El clima interno en Racing ya hablaba de un cercano gerenciamiento donde sonaban los nombres de empresas como Nuevos Clubes Argentinos, Blanquiceleste y hasta Daniel Lalín amagaba con volver. Finalmente fue la empresa de Fernando Marín (Blanquiceleste) la elegida para reencauzar la vida de Racing pero ese será material para otra nota. Lo que sí empezaba a flotar por el lado celeste y blanco de Avellaneda era el aroma de algo importante que se estaba gestando y se acercaba. Tal vez como un oasis perdido en medio de una tormenta de arena y turbulencias en el 2001 volverían los días más felices a abrigar al Estadio Presidente Perón. Así fue como el sillón que Don Guillermo Stábile supo cuidar por más de 9 años a la dupla conformada por Oscar López y Oscar Cavallero les duró 3 meses, un destello de tiempo apenas. Tal vez no era el momento, tal vez las ganas de despertar a ese gigante dormido pudieron más y nublaron las decisiones. Otra historia más ligada a un banco de suplentes muy exigente, muy exitista y muy asfixiante. Un banco de suplentes que por aquellos tiempos supo ser también muchas veces una silla eléctrica... Darío Giuliani

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