DEPORTES
6 de noviembre de 2024
LAS DIEZ RAZONES POR LAS QUE PERDIÓ SANSÓN ROSA
Especial: Walter Vargas
Por fin se consumó el debut en el exterior del prospecto riojano José Gabriel Rosa, Sansón que le dicen. Llegaba, como es harto sabido por los seguidores del boxeo argentino, como el valor de mejores condiciones para dar el salto for export, con un récord inmaculado en números (con (27-0 y 20 KOs) y protegido hasta el exceso por Osvaldo Rivero, o su hija Georgina, que no es lo mismo, pero es igual. Sin embargo, a poco de levantar la tapa de lo aparentemente genuino, saltaba a la vista que Rosa jamás había competido con un oponente de primer nivel internacional, ni siquiera de segundo. Pasó, pues, lo que tenía que pasar: perdió por un amplio margen de puntos frente al ruso Khariton Agrba en una presunta eliminatoria del título welter júnior de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB). He aquí el decálogo de las razones que este humilde cronista encuentra para el desdichado debut: -Uno: Agrba es muy superior a Rosa en general y en particular lo fue en los diez rounds que tuvieron lugar en el Vladimir Vysotsky Sports Palace de Samara. -Dos: ¿por qué? Por experiencia (más de 300 peleas en la áspera fragua del amateurismo), por notables mecanizaciones en la media y en la corta distancia y por una fortaleza lindante con la de una roca. -Tres: los amigos, aplaudidores en clave de foca o meros cultores de "bravo, Sansón, felicitaciones" batieron el parche de que solo el coraje del muchacho argentino había impedido n tropiezo categórico. ¡No! la respuesta es muy sencilla y debe de ponerse sobre la mesa sin haber sido necesario estudiar en Harvard. El ruso no noqueó pura y exclusivamente porque no es noqueador. De lo contrario, la cantidad y la calidad de sus golpes hubieran apresurado la faena. -Cuatro: Sansón tampoco es un noqueador. Semejante mito, el del noqueador, derivó de la escasa valía de sus adversarios, de las proverbiales estafas camufladas (o no) del clan Rivero. -Cinco: más preocupante aún: el riojano sufre del síndrome de corriente alterna del 95 por ciento de los boxeadores argentinos. Desarrolla actividad real un minuto y medio por round, a veces incluso menos. Agrba pelea de tres en tres. Un ritmo, cabe enfatizarlo, de primer nivel. -Seis: y así les había ido a otras dos promesas criollas cuando se subieron a un avión en Ezeiza: al Bebu Verón y Gustavo Lemos. -Siete: no hay peor ciego que el que no quiere ver: Rosa estaba convencido de que salía al exterior, metía dos manos y noqueaba a cualquiera. -Ocho: en ese contexto, su rutina de boxeador que pretende llegar a la elite, es poco seria. No sale de La Rioja, ni quiere moverse de La Rioja (no ya a Estados Unidos o México), su rincón vive en Catamarca (un canto a la mediocridad: el joven Joel Corzo) y se niega de forma sistemática a escuchar consejos susceptibles de interpelar su obcecación. -Nueve: para muestra, un botón. Ni siquiera da entidad a la palabra de su padre, el dominicano José Rosa, El Evangélico, un obrero del ring que boxeaba francamente bien. -Diez: Por último, Rosa perdió porque tal como nos recuerdan las doñas en la verdulería, la mentira tiene patas cortas.