Así es Racing. Capaz de pasar de una diferencia de 3 goles con aroma a partido definido a un 4-3 electrizante, inestable y que lo dejó lleno de dudas. Es cierto que el 3-0 (30 Martirena -40y 45 Adrián Martínez) era algo exagerado y que Arias era la figura. Pero ni el hincha más pesimista presagiaba que el encuentro iba a entrar en esa zona de turbulencias y locura llenando de suspenso e incertidumbre el resultado final. Defensa y Justicia tuvo mucho más la pelota en su poder y llenó de remates al arco académico. Sin embargo el cuadro de Avellaneda llegaba y lastimaba. Que pasó en el complemento? Se relajó y desentendió del juego la Academia?. Empezó a pensar en el Corinthians?. Entendió que estaba todo liquidado?. Lo cierto es que el equipo de Pablo De Muner con sus humildes recursos nunca dejó de creer y de buscar. El 1-3 (70 Ramírez) inyectó confianza en la visita y llenó de dudas a los locales. Para peor Osorio de penal a los 76 acercó las cifras del marcador y cuando parecía que se desmoronaba Racing llegó ese gol que se inventó Salas para aflojar tensiones a los 84 Mientras se desataba la fiesta en el Cilindro apareció Molinas a los 91 para volver a generar zozobra e histeria colectiva. Desde ahí y hasta el final todo fue sufrimiento y el desahogo por un triunfo necesario e impostergable. Una victoria que sirve mirando las tablas y pensando en el 2025 pero que dejó en claro la bipolaridad de este equipo que puede pasar de la goleada a que casi le empaten en un lapso de tan solo 20 minutos. Ahora todo el mundo Racing tendrá que enfocarse en las semifinales de la Copa Sudamericana, ese sueño que lo desvela. Jugando con el desorden táctico y defensivo que mostró hoy le va a ser muy difícil llegar al objetivo. Si se calma, ordena y cree en lo que tiene puede soñar con esa final internacional. Las dos caras de Racing que siguen llevando a su gente en un viaje sin intermedias entre las pesadillas y los sueños de quebrar el maleficio...