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DEPORTES

16 de octubre de 2024

DE PRIMERA MANO

Especial: Alejandro Arnedo

Nuestro deporte, y particularmente el fútbol, tiene historias y mitos que han despertado la atención a través de los tiempos. La que contamos hoy tal vez no está entre las más conocidas pero sin dudas es de las más llamativas que podamos encontrar. Corría el año 1906 y el fútbol criollo daba sus pasos iniciales a partir del siglo 20. Una Argentina que comenzaba a organizarse institucionalmente aunque sin la participación activa en las decisiones por parte de las masas populares. Tiempos de inmigración europea a estas tierras en busca de nuevos horizontes y oportunidades. Por esos días una institución buscaba ganarse su espacio en aquel incipiente fútbol: el Barracas Athletic. En dicho equipo se destacaba como figura su arquero: José Buruca Laforia. Como en la ley de la selva el más fuerte se come al más débil y trazando un paralelismo alegórico nuestro naciente fútbol no era la excepción. Así fue que Buruca Laforia, merced a su rendimiento, paso a formar parte de las filas del poderoso Alumni, la institución señera del fútbol argentino y fue arquero de la Selección Argentina. A los muchachos de Barracas Athletic se les presentaba menudo problema ¿Como reemplazar a su arquero y figura? Posicionémonos imaginariamente por un instante en 1906, un fútbol por amor a los colores sin representantes ni fortunas astronómicas dando vueltas y contaminándolo todo. ¿Qué hicieron estos jóvenes entonces? Algo muy simple, de barrio, algo por lo que todos los que hemos jugado en el potrero pasamos: se fueron probando uno a uno para ver cual de ellos reunía más condiciones y aptitud para defender los tres palos y así tomar una determinación. Al cabo de unos días de prácticas la decisión fue unánime: el elegido fue el lateral derecho del equipo que había sido el más destacado. El designado que pasaba del lateral derecho al arco era un irlandés llamado Winston Coe. El primer desafío al que debían enfrentarse era frente a Estudiantes de Buenos Aires y allí el público presente quedó perplejo atónito al ver saltar al campo de juego con el buzo de arquero a Coe. Y es que el fútbol jamás deja de sorprendernos, sea por jugadas memorables, por resultados impensados, por escándalos o por situaciones insólitas y extravagantes. El asombro de la muchedumbre presente no tenía que ver con sus aptitudes para el arco, nada de eso: el asombro era porque Winston Coe tenía un solo brazo, había perdido su brazo izquierdo en circunstancias desconocidas. Si si, no es una broma ni una fábula: el arquero tenía un solo brazo. Más allá de esta peculiaridad usted estimado lector estará pensando que el resultado habrá sido catastrófico. Se equivoca: fue derrota pero por un ajustado 2 a 1 en favor del equipo de Caseros, resultado que no fue mayor debido a la destacada actuación del guardametas de Barracas tal como destacan las crónicas de la época. “Muchísimos shots atajó el manco Coe, por lo cual se hizo célebre, pues no es poca virtud desempeñar este puesto en el que precisamente se hace uso de las manos cuando no se posee una. Su modo de parar la pelota, la seguridad y la confianza con la que procede son dignas de elogio”; publicó el diario La Prensa al día siguiente. Coe les había dicho a sus compañeros en las prácticas“Les voy a dar una mano, saben que las dos no puedo”, tomándose su situación personal con humor. Siguió defendiendo el arco de su equipo por dos encuentros más y si bien fueron sendas derrotas Winston Coe volvió a destacarse convirtiéndose en ídolo de toda la afición futbolística. Perdieron 11 a 0 frente a Reformer y 5 a 0 frente a Alumni pero nuevamente sus cualidades fueron destacadas por la prensa. Luego este comerciante y fundador del club volvió al lateral derecho pero ya se había metido en la historia del fútbol argentino y mundial para siempre. Había nacido en 1879 en Belfast y falleció el 8 de agosto de 1951 en Buenos Aires, ciudad que adoptó para vivir desde su llegada al país. Su partida de este mundo se dio en esa fecha, no así su recuerdo y su ejemplo de superación: el valor y la voluntad de Winston Coe quedaron vivos por siempre como ejemplo para las siguientes generaciones, de hecho varios formadores de juveniles utilizaron y utilizan su historia cuando los resultados son adversos, para alentar y motivar a sus jugadores hasta la actualidad.

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